Siempre vamos a estar rodeados de personas y éstas nos van a
pedir consejos, hay personas que te dan consejos para salir del paso, y otras
que sí te las dan porque quieren ayudarte, pero ahora hablaremos del primer
grupo.
No sé si pasa porque estamos apurados o porque simplemente
no se nos da la gana, pero muchas veces no tenemos esa gran capacidad de
ponernos en el lugar de la otra persona, es decir no podemos sentirlo en carne
propia.
Muchas veces aconsejamos para salir del paso, debo confesar
que cuando yo quiero de verdad a alguien, sí siento en carne propia lo que la
otra persona siente, o cuando la otra persona de verdad esta pasándola mal, también
puedo ponerme en los zapatos de ésta persona, pero cuando ya me aburrí del
mismo royo simplemente aconsejo para salir del paso.
Una amiga íntima, me contó que ella está cansada de escuchar
el mismo problema de su amiga, y la verdad la entiendo muy bien, porque
ponernos en lugar de otros es muy difícil, más cuando una persona no entiende o
no quiere entender la realidad.
Ponernos en los zapatos de otros, requiere de mucho esfuerzo
y no cualquiera lo puede hacer, requiere de mucha paciencia, tolerancia y
respeto, porque debemos entender que no todas las personas sentimos, pensamos u
opinamos de la misma manera, tenemos que entender que las personas enamoradas
no piensan con la misma lucidez que una persona normal, debemos de tener todo
el buen humor del mundo y sobretodo estimar a esa persona, para que así el
trabajo no sea tan difícil, debemos de aconsejar como si el consejo fuera para
nosotros, porque de esa manera brindaremos un apoyo sincero, muchas veces esa personas nos ven como su única opción y por eso creo que aconsejar debe ser
algo que te salga del alma y no algo que sea
una obligación, y cuando no tienes algo que decir, simplemente dale un
gran abrazo a esa persona y dile que tú estás a su lado.
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